La noche se hizo para preparar maletas.
Con expectativa del trabajo a realizar hacemos este tedioso pero fundamental
trabajo antes de una aventura. Muchas preguntas son hechas pero no salen a luz
¿qué lugares mágicos nos esperan? Con lo que llevamos caminado las
probabilidades de encontrar más belleza natural crecen. Han sido muchas las
sorpresas de esta tierra, las cuales estuvieron manifiestas desde el primer día
que pusimos un pie aquí. Hoy, días después de ese primer acercamiento con la
naturaleza, la población y la cultura, esperamos encontrar más.
Con frío y con grandes maletas para tres
días inició nuestra travesía después del desayuno.
En los primeros minutos del recorrido es
de imperiosa necesidad usar la cámara fotográfica para capturar la belleza que
se contempla subiendo los Cuchumatanes. Tres volcanes nos dan referencia de
tres departamentos distintos que se logran ver: volcán de Fuego muestra
Escuintla, muy lejos pero este activo volcán se logra ver acompañado del
Acatenango y por supuesto del de Agua para completar la trilogía. El volcán
Santa María muestra Quetzaltenango, su casi perfecto cono es inconfundible. Y
el grande de Centroamérica, el Tajumulco muestra San Marcos, se ve más cercano
que los demás, quizá porque así sea o por el tamaño de este. A pesar de esta
vista nos alejamos cada vez más de estos volcanes y seguimos subiendo.
Al dejar atrás la vista desde las alturas
nos adentramos en la planicie con un verde que lo cubre todo, pero por el frío
de la mañana y la altura del lugar se deja ver un manto blanco sobre el pasto.
Muy buenas fotografías de este hermoso lugar. Ríos corren en medio de caseríos,
ovejas pastando por doquier, parece que el pasto es infinito. Casas muy
separadas unas de otras de construcciones simples, cercos en grandes terrenos,
caminos de pura roca y aire puro para vivir. Pequeñas montañas cubiertas de
pinos invitan a correr por ellas, rocas enormes como gigantes apacibles. Dan
ganas de vivir eternamente en este lugar. Los habitantes se ven tranquilos en
sus quehaceres diarios en el campo, pastoreando ovejas o en casa.
Al continuar, dejamos los terrenos planos
y el descenso comenzó, esta vez el bosque más tupido y montañas más empinadas
se dejan ver. Una cascada refresca aún más el viaje.
Por fin llegamos a San José, algunos
compañeros trabajarán acá y otros continuaremos el camino después de dejarlos
en buenas manos. A ellos les toca caminar un poco en cuatro caseríos a los
alrededores, el clima es fresco.
Continuamos en el bus, pero pronto el bus
llegó al final de la ruta y un carro de doble tracción es necesario, dejamos a
otros compañeros para trabajar en un poblado cercano y cinco de nosotros
bajaremos la montaña hasta el final.
Al principio el camino no esta tan
difícil, pero pronto comprendimos el significado de un mal camino. Literalmente
bajamos sobre barrancos. Grandes deslaves cruzan el angosto camino, curvas tan
cerradas que no se pueden tomar a la primera, es necesario retroceder varias
veces en un terreno muy empinado a la orilla de un precipicio para poder
cruzar. Continúan los deslaves y esta vez pasamos sobre uno que dejó únicamente
el espacio para que el carro pase justo. Al pasar nos damos cuenta que el
camino con un soplo y se cae. Gracias a Dios esta vez resistió.
Llegamos abajo de la montaña y algunos puentes
sobre un río limpio nos dieron la bienvenida a Mixlaj. Nos están esperando
y nuevamente dejamos a los compañeros al final del camino, pero otros
tenemos que continuar. Pero esta vez ni el poderoso vehículo que nos condujo a
este recóndito lugar puede continuar.