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Viaje al fin del mundo

Cuando me dijeron que sería un camino difícil no quise creer, pues ya nos habían asustado sin razón alguna. Pero esta vez cada palabra de advertencia tenia su razón de ser.
Iniciamos la travesía a las 4 am, una hora que resultaría inadecuada para el trayecto que teníamos por delante. Y es que nada es adecuado para tan inhóspito camino. Con mucho frío recorrimos la carretera asfaltada y cruzamos por varios municipios de Quiche. A las 8 am más o menos desayunamos en Nebaj y luego pasamos a una iglesia en Chajul.
Después de la iglesia y un despiste pronto corregido inicio el camino de terraceria. La carretera en regulares condiciones, baches, pequeños deslaves y lodo producto de los muchos nacimientos de agua de la región. Pero estos obstáculos fueron muy bien superados por nuestro hábil piloto. Me sentía como en un rally a buena velocidad en caminos poco transitados.
Cuando preguntábamos al guía cuánto faltaba para llegar solo se que su respuesta cuantitativa era una decepción para todos.
Pasamos una aldea de regular tamaño y luego inició el verdadero viaje. Los nacimientos de agua eran cada vez mayores y más frecuentes y  el camino se complico muchísimo. Bajadas y subidas muy pronunciadas, extremadamente pronunciadas. Para mayor comprensión del lector (no tome fotos por lo peligroso) repito: extremadamente pronunciadas. Piedras de buen tamaño eran superadas por el vehículo, patinamos en lodo, con peligro de atascos. Barrancos impresionantes nos esperaban al final de cada curva. Cruces nos recordaban que este camino no es un juego. Las peticiones a Dios no podían estar ausentes. Rebotamos por varias horas más, parecian eternas, pero por fin alcanzamos la mitad de la  meta cuando llegamos a la comunidad. Mas de siete horas de sufrido camino y cuando llegamos corrimos para hacer nuestro trabajo, no sin antes recibir un delicioso almuerzo. Después de hacer el trabajo, recibir regalos, y las fotos del grupo en esta expedición, corrimos para salir. Solo dos horas para trabajar y mas de quince para viajar. Salimos rápido pues una vez puesta la lluvia no podríamos salir y la montaña nos atraparía. El solo hecho de pensar en el camino hacía cruzar por nuestra mente la idea de quedarnos alla, pero teníamos que regresar. La tortura fue mayor y la amenaza de lluvia no hacia mejorar el sufrimiento. Logramos salir del malísimo camino para entrar en el mal camino, este lo percibí más largo, quizá por el cansancio acumulado. Salimos al asfalto y cuando la alegría quería saludarnos empezó a llover, el frío regreso y la lluvia lo empeoró, no nos dejo en todo el camino.
Mas adelante la neblina también se unió a esta prueba extrema. Por fin descansamos un rato para cenar, esta cena me revitalizó un poco pero al continuar el dolor fue recordado. Jamás había sentido tanto desprecio  por los túmulos, cada uno era una tortura y en el camino hay muchísimos. Gracias a Dios que regresamos con vida de este viaje difícil. El carro resistió con pocos daños para el tipo de camino. Este viaje si merece levar la palabra extremo.

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