Una meta, un sueño, una aventura, eso supone en Centroamérica los 4220 msnm, es el punto más alto al que se puede llegar en tierra centroamericana. Una altura que no muchos se atreven a toma ya sea por el frío, lo difícil del ascenso o la presión atmosférica a la que no estamos acostumbrados.
Esta aventura tiene experiencias maravillosas. El desayuno del sábado se tomó ya a buena altitud sobre una alfombra verde y rodeados por un bosque de pinos cuyas ramas están llenas de agujas que despiden un olor especial. La caminata inició desde muy temprano y el ánimo de cada uno se encontraba en su punto más alto.
El camino siguió, algunas veces dentro del bosque, otras sobre mesetas verdes y pronto sobre caminos rocosos que informaban que la cumbre se estaba acercando. No vi a nadie que perdiera su buen ánimo, en ningún momento de la aventura. Todos disfrutamos cada instante las experiencias que la montaña nos ofreció. El frío, el viento, los colores y olores, la camaradería. Lo que se aprende en cada viaje es invaluable. Algunos son conocidos de aventura otros los vemos por primera vez, pero rápido eso desaparece de nuestra mente y la convivencia es con amigos de toda la vida.
La tarde del sábado, después de armar campamento en un bosque que nos protegería del viento, subimos una de las cumbres para ver el atardecer, la vista es espléndida.
Al bajar nos esperaba una sopa de pollo muy sabrosa, esto aumentó al máximo nuestro ánimo.
La noche fue fría, pero soportable. Pero había que dejar la carpa a las 4:30 am del domingo, pues la cumbre real se encontraba a 45 minutos del campamento. Había gran cantidad de campistas y se podia ver la fila de linternas subiendo por la roca rumbo a la cumbre. A esta altura se siente el efecto de la presión, el oxígeno es mas ligero, pero nuestro esfuerzo fue recompensado con un espectacular amanecer.
Una pequeña linea de colores se observa en el horizonte, y unos pequeños picos alteran la perfecta linea,
es la cadena volcánica nacional. El volcán de Fuego y Santiaguito nos saludan con explosiones y pronto el majestuoso sol se acercaría para iluminarnos y ahuyentar al fuerte frío en la cima.
Para descender rodeamos el cráter y ya con la vista clara las montañas y nubes lucían esplendidas.
Lo que nos dejó: fotos, experiencias y el deseo de volver, a esta la mayor cumbre en nuestros países.
Esta aventura tiene experiencias maravillosas. El desayuno del sábado se tomó ya a buena altitud sobre una alfombra verde y rodeados por un bosque de pinos cuyas ramas están llenas de agujas que despiden un olor especial. La caminata inició desde muy temprano y el ánimo de cada uno se encontraba en su punto más alto.
El camino siguió, algunas veces dentro del bosque, otras sobre mesetas verdes y pronto sobre caminos rocosos que informaban que la cumbre se estaba acercando. No vi a nadie que perdiera su buen ánimo, en ningún momento de la aventura. Todos disfrutamos cada instante las experiencias que la montaña nos ofreció. El frío, el viento, los colores y olores, la camaradería. Lo que se aprende en cada viaje es invaluable. Algunos son conocidos de aventura otros los vemos por primera vez, pero rápido eso desaparece de nuestra mente y la convivencia es con amigos de toda la vida.
La tarde del sábado, después de armar campamento en un bosque que nos protegería del viento, subimos una de las cumbres para ver el atardecer, la vista es espléndida.
Al bajar nos esperaba una sopa de pollo muy sabrosa, esto aumentó al máximo nuestro ánimo.
La noche fue fría, pero soportable. Pero había que dejar la carpa a las 4:30 am del domingo, pues la cumbre real se encontraba a 45 minutos del campamento. Había gran cantidad de campistas y se podia ver la fila de linternas subiendo por la roca rumbo a la cumbre. A esta altura se siente el efecto de la presión, el oxígeno es mas ligero, pero nuestro esfuerzo fue recompensado con un espectacular amanecer.
Una pequeña linea de colores se observa en el horizonte, y unos pequeños picos alteran la perfecta linea,
es la cadena volcánica nacional. El volcán de Fuego y Santiaguito nos saludan con explosiones y pronto el majestuoso sol se acercaría para iluminarnos y ahuyentar al fuerte frío en la cima.
Para descender rodeamos el cráter y ya con la vista clara las montañas y nubes lucían esplendidas.
Lo que nos dejó: fotos, experiencias y el deseo de volver, a esta la mayor cumbre en nuestros países.