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Adrenalina pura

Son las 11 pm del día jueves, mañana emprendo el viaje para el río Cahabón en Alta Verapaz. Estoy viendo videos e informándome del deporte de rafting y del clima que tendremos el sábado.  Este deporte nunca lo he practicado y me emociona el tener la oportunidad de hacerlo.  La mochila esta a medias, mañana terminaré de comprar el equipo y por la noche emprendemos el viaje.  Dos amigos me acompañarán en esta aventura, espero se convierta en una de esas experiencias inolvidables...

...viernes por la noche estamos listos para salir hacia Lanquín, somos 50 aventureros pero los que haremos rafting únicamente 12, el resto viajarán directamente a Semuc Champey. Estamos felices y con ansias de que venga la mañana y permitir que el río nos lleve por su caudal...

...por fin sábado, el viaje fue largo. Desayunamos en Lanquín en un centro de atención al turista.  Nos separamos del grupo que solo visitará Semuc Champey, los 12 de rafting nos vamos en un carro distinto a otro lugar. El viaje a la comunidad Saquijá fue violento pero cuando llegamos eso se olvidó por la emoción que sentíamos. Bajamos del carro,  cruzamos un puente sobre el río Cahabón y se nos entregó el equipo luego de firmar una hoja de responsabilidad, básicamente dice que no culparé a la organización de lesiones que pueda sufrir en la actividad. Se nos da una pequeña inducción de las principales técnicas que usaremos en el recorrido y técnicas de rescate en caso las necesitarlas. Practicamos las indicaciones a la orilla del río y listo. Ha estado lloviendo y el caudal creció considerablemente nos indican los guías del lugar. La espera terminó la emoción continuó y la adrenalina apareció. 




Nos tiramos al agua, literalmente el río nos llevó.  Somos 8 personas en cada balsa, 6 aventureros y dos guías.  Dos balsas resistiendo los rápidos que llegan al nivel 5 en el río Cahabón. Hubo partes del recorrido bastante tranquilas y otras muy violentas. Los guías no se arriesgan,  no juegan con nuestras vidas y nos indican que los rápidos del nivel 5 no los haremos.  Mientras recorremos el río podemos observar la biodiversidad del lugar. Bosques de grandes árboles,  aves que cantan algunas con bellas melodías y otras con ruidosos gritos.  Pescadores consiguiendo alimentos en las venas del río y viviendas humildes en las orillas. Los niños nos veían desde sus casas navegar por el río y entorpecer la paz con nuestros gritos de emoción al sobrepasar un obstáculo. 


Hubo que desinflar las balsas en una ocasión para trasladarnos un poco adelante en carro para evitar pasar por unos rápidos demasiado violentos y peligrosos.  En otra ocasión no desinflamos las balsas pero si caminamos por grandes rocas a la orilla del río mientras los guías por medio de una cuerda y mucho esfuerzo lograron llevar las balsas a través de las violentas aguas hasta el lugar donde continuaría la travesía.  También tuvimos la oportunidad, mientras los guías examinaban cierto tramo del trayecto,  de practicar en el río las técnicas de rescate. Uno se tiraba al agua simulando a alguien que ha sido expulsado de la balsa y lo volvimos a subir con las técnicas aprendidas, mientras hacíamos esto nos dimos cuenta que la profundidad del río es enorme. 

19 kilómetros sobre el río,  horas de diversión y mucho aprendizaje nos dejó la experiencia.  Bajamos de las balsas debajo de un puente, estábamos felices de haber sido parte de este grupo y haber terminado con éxito esta aventura.  Fotos sobre el puente, risas  y mucha satisfacción quedaron en nosotros.  Nos dirigimos en carro a la comunidad Saquijá para degustar un delicioso platillo de la región,  un caldo de kakik. Estuvo delicioso.
Luego del almuerzo nuevamente en carro nos dirigimos a Semuc Champey, donde los demás viajeros estaban ya. Nos dimos cuenta que el recorrido en el río fue largo. Llegamos cansados después de ese recorrido por una carretera de terracería en malas condiciones y bajo la lluvia que no nos abandono durante los dos días de la aventura. No sabíamos si la lluvia nos permitiría armar la carpa,  pero al fin una ventana en el cielo dio tiempo de hacerlo y pudimos dormir después de una rica cena, amena conversación,  haber escuchado música de marimba en vivo y hacer nuevas amistades.

Una caminata muy de mañana nos permitió darnos cuenta que el río seguía creciendo. Parte del camino estaba inundado y una cascada no permitía continuar hacia las grutas. Efectivamente cuando fuimos a las posas de Semuc Champey no pudimos apreciar el característico color turquesa de estas, en cambio estaban de color café debido a que el río había sobrepasado el sumidero e inundado las posas.  Las fotos y la caminata fueron satisfactorias sin embargo.





Como no pudimos ir al mirador en lugar de eso fuimos a las cuevas, pero el acceso no fue fácil.  Había que cruzar la cascada por medio de cuerdas, fue emocionante porque la fuerza del agua podía arrastrarnos hacia el profundo río.  


Caminamos por la montaña,  tomamos muchas fotos y apreciamos las vistas. A medio día estábamos listos para tomar un carro que nos llevara por caminos difíciles hasta Lanquín, ahí tomaríamos el bus que nos llevaría a casa no sin antes hacer una corta parada en Cobán. Una gran aventura compartida con amigos en un singular fin de semana.

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