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Un mes en la Antigua

Este siempre ha sido uno de mis lugares favoritos para visitar,  principalmente porque cuando estoy aquí me siento como un viajero no de lugares sino del tiempo. 

Inicie la aventura con un rápido viaje que me llevo a un lugar emblemático de la ciudad antigua pero no había tenido oportunidad de ir, me refiero al Cerro de la Cruz. Me habían dicho que era un poco inseguro pero arriba encontré policías y muchos turistas disfrutando como yo de la vista del pueblo y al fondo el volcán que murmulla mi nombre. Un atardecer colorea el cielo y poco a poco las luces de la ciudad se encienden.  

Para encontrarse a uno mismo a veces hay que perderse. Me perdí dos veces en esta aventura,  la primera vez fue voluntariamente, decidí seguir un camino sobre el cerro solo por el deseo de conocer un nuevo lugar. El camino subia y subia hasta que llegamos a El Hato. Las vistas de los tres volcanes y la ciudad valieron la pena la travesía. La segunda vez que me perdí este día no fue por accidente ni voluntariamente y por poco termina en tragedia pero nos llevó a un lugar que desconocí hasta 15 días después. El viaje termina con sorpresas...pero volveré.
La siguiente semana aprovecho los conocimientos de mis amistades en el lugar y voy a nuevos lugares.  Y es que Antigua tiene mucho que ofrecer.  El destino de este día es la Finca Filadelfia, hoy no disfrutaremos de todas las atracciones que ofrece,  únicamente del restaurante. Tenía pocas expectativas de la comida debido a que antes de visitar un lugar lo investigo y lo que había leído del restaurante no era bueno. Sin embargo valió la pena el riesgo. Una caminata por los sembradíos de café me distrajo un momento de  las preocupaciones que este día me aquejaban. Caballos, bicicletas y otras atracciones quedarán para una próxima oportunidad porque hoy caminaré por las empedradas calles de la Antigua. 

Antes de ir a la calle del arco buscamos hacer un tour por otras fincas pero no encontramos otra abierta.  Ir a la Antigua es hacer turismo religioso y su máxima expresión esta en las procesiones.  Encontramos una y decido participar como espectador, no soy religioso pero eso no impidió que disfrutara la experiencia. Debí ser antropologo.  Disfrute ver a mucha gente participando del acto, algunos como expectadores, como yo, otros con mucha devoción observando el ritual con atención,  otros activamente haciendo de la procesión una realidad y con mucha emoción siendo observados por todos. No descubrí este día que fue lo que más me llamó la atención,  si la gente en sus diferentes actividades, o fueron los colores intensos y los personajes de la época romana mezclados con el humo que envuelve a la multitud, o los olores de incienso y aserrín. Lo que descubrí una semana después fue que la música hacia que la piel se erizara en mi. La noche cae y un buen café después de la caminata hace que la experiencia mejore aun más la aventura.

El tercer fin de semana no inició en la Antigua sino en Chimaltenango en uno de los destinos populares para la recreación familiar. No tiene grandes atracciones y pronto empiezo a buscar lugares cercanos donde seguir descubriendo maravillas. Pero antes de irnos hay que sacarle el jugo a lo que el lugar ofrece.  Paseos a caballo,  recorrido en lancha y canopy...el canopy quedó para una próxima visita.  El camino que tomamos para llegar a Antigua fue un descubrimiento agradable al saber que fue un atajo por donde hacia quince días tuve un accidente. Conocí Parramos y al llegar a la Antigua nuevamente me envuelve el tiempo.  Caminar por el parque,  las calles empedradas y entrar a las tiendas de artesanías son experiencias que hacen que el viaje valga la pena. Luego de recorrer algunas ruinas me involucro más con el tiempo y después con el lugar al experimentar probando comidas de lugares exóticos.  Viajamos a Egipto en este restaurante en donde el ambiente envuelve y motiva a saborear la cultura. Fue una decepción el servicio y el sabor, aunque la experiencia rescató un poco el viaje.

El último fin de semana fue para cerrar con broche de oro. Salimos ya de noche y una gigantesca luna llena nos acompaña para ver la noche de luna entre ruinas. El destino de hoy fue para celebrar muchas cosas y el lugar elegido fue el restaurante El Tenedor del Cerro. El ambiente era de fiesta debido a una boda que se llevaba a cabo aquí.  El restaurante estaba casi vacio y disfrutamos de una rica cena observando las luces de la ciudad custodiada por los volcanes bajo una intensa luz de luna y estrellas sin fin. Recorrimos los espacios que el cerro ofrece hasta cansarnos. Una obra de arte los jadines, museos y construcciones que ofrece. El cansancio motivo a regresar a casa y terminar este mes en la Antigua...eso creí.

A la mañana siguiente amanezco cansado, y decido quitarme el cansancio viajando...¡a la Antigua!
Esta vez regreso a disfrutar otra atracción de la Finca Filadelfia y las vistas valen la pena, todo esta bien cuidado y se aprovecha todo en este lugar.
Comida, turismo religioso,  aventuras extremas, arte y cultura, vida nocturna y muchas cosas más ofrece este bello lugar. Uno de los principales destinos turísticos del país digno de visitar.  Seguiré visitándolo para descubrir nuevos secretos y enriquecerme de la Antigua Guatemala.

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