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Confraternidad

En expectativa, así estábamos todos por la aventura que pronto iniciaríamos. Y no era para menos pues lo que nos esperaba eran maravillas naturales impresionantes de nuestro país: la segunda cumbre más alta de Guatemala a 4,092 msnm y las cataratas más altas de Centroamérica de  más de 200 metros de altura.
Aunque la mayoría del recorrido de los 3 días fue de noche, no dejo de impresionar la variedad de climas y costumbres que se viven en un país tan pequeño.
La mayor inquietud de la madrugada del primer día fue el frio, pues era mucho en el pueblo de Sibinal y en la cima seria multiplicado. Pero sin darle importancia a este factor el ascenso dio inicio. Otro factor a considerar fue la lluvia pues se esperaba que en el ascenso o descenso nos tuviéramos que mojar, y con el frio que hacia el problema sería mayor. Pero el creador nos bendijo al no dejar caer la lluvia sobre nosotros, y en la noche en la cima el cielo estuvo espectacular, las estrellas brillaban y fácilmente se podían identificar las constelaciones, y la luna… ¡que luna! cuando salió no había necesidad de lámpara. Únicamente se tuvo un pequeño susto pues empezó a caer granizo, pero pronto paso y la caminata siguió después de refugiarnos en una pequeña galera de los pastores de las faldas del volcán.
Durante el ascenso fuimos testigos del estilo de vida de los habitantes del lugar, ejemplo de esfuerzo y dedicación. Tenía la idea de que el ascenso sería muy duro, pero la verdad es que fue relativamente fácil, únicamente la última etapa de la escalada tenía un grado de dificultad alto y fue necesario un esfuerzo extra, pero al fin la cima se hizo realidad y la felicidad de alcanzarla arranca gritos de júbilo. Sin dar tiempo al descanso se buscó un lugar para acampar antes de que llegaran más montañistas. Armamos las carpas y la convivencia con los que ya estaban en el lugar y los que pronto nos alcanzarían dio inicio. Gente de diferentes nacionalidades con un mismo objetivo compartiendo como hermanos olvidando las fronteras. Mexicanos, guatemaltecos, hondureños y salvadoreños juntos en esta cima de unidad.
En la tarde y mañana se dieron dos sesiones de fotos. El amanecer fue espectacular, aunque me extrañe que pocos subieran a contemplarlo. Por la mañana fue necesario ascender un poco más para alcanzar la verdadera cumbre. Cuando ya todos estuvimos en la cima se realizó una ceremonia donde se entregaron reconocimientos, se cantaron los himnos de los países representados, se dieron anuncios y se tomaron fotos y videos para el recuerdo. Las fotografías se dieron por cientos, abundaban las cámaras y los montañistas perpetuando en una fotografía la hazaña alcanzada. Pude observar un fenómeno económico especial, en la cima se podía comprar mercancías en tres monedas distintas: pesos, quetzales y dólares. Pero a veces las monedas no eran necesarias y el trueque puro de una mercancía por otra se hacía presente. Fue una experiencia inolvidable. Las experiencias que los montañistas contaban motivaban a continuar en este deporte tan especial.
La ceremonia termino, se levantan las carpas y después de despedirse de todos se descendió del volcán. Fue fácil y al llegar abajo el respectivo almuerzo después del esfuerzo realizado.
Pero la aventura no había terminado, de tierras altas nos trasladamos a tierras bajas, la temperatura nos lo demostró pues de frio pasamos a calor rápidamente.
Al llegar al destino lo único que hicimos fue dormir ya que era muy de noche y el cansancio era evidente. Por la mañana una pequeña caminata entre cafetales y selva costera a las faldas del Tajumulco nos mantuvo atentos a lo que pronto veríamos las cascadas más altas de Centroamérica. Fue algo hermoso y las fotos no se hicieron esperar, el agua estaba muy, muy fría, pero no importo para que nos diéramos un chapuzón revitalizante. Luego del agua fría nos esperaban las piscinas de aguas termales. No daban ganas de salir de ellas, revive el alma y sanan el cuerpo.
Muchas otras experiencias tuvimos en estos tres días pero el relato se alargaría mucho. Pero no queda más que decir que vale la pena vivirlo.
Fue una experiencia digna de volver a repetirse, quizá el próximo año como acostumbran muchos escalar de nuevo y compartir como hermanos.
“en el esfuerzo radica el merito”





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