En marzo tuve la fortuna de participar en un viaje por uno de los volcanes más hermosos de Guatemala, el Acatenango, quedé maravillado con el bosque húmedo en sus faldas. El recorrido planeado era escalar hasta la mitad del volcán y bordearlo para luego alcanzar el volcán de Fuego y llegar a la cumbre de este ultimo, lamentablemente el tiempo no permitió alcanzar este objetivo, por tal motivo quedé obligado a volver a tomar este recorrido pero esta vez con la meta de alcanzar la cumbre del Fuego. Esta vez acudieron a la invitación a la aventura algunos montañistas con varias cimas conquistadas, algunos de nosotros con pocas cimas y otros con ninguna, pero todos con la determinación de alcanzar esta vez la cumbre del imponente Fuego. Cuando uno tiene una meta definida no hay montaña que lo pueda detener. La meta está, las ganas también, solo es cuestión de empezar a caminar. El reto para escalarlo es grande ya que está en constante actividad y presenciar el espectáculo de las fumarol
Cada día trae su propia aventura